Lecturas y reflexiones

Ilustración de Joey Guidone

El día 28 de Mayo pareció que acababa un ciclo nada virtuoso ni como ciclo ni como círculo y al siguiente día quien tiene capacidad para hacerlo nos metió en una especie de plebiscito personal sobre su augusta persona ya que no, desde lue­go, sobre su partido.

Con la canícula, la caló y el martilleo constante de unos y otros (me apetecía decir de hunos y hotros, pero no hay nivel) para atrapar unos votos con los que se pueda no ya ganar, sino derrotar al adversa­rio, el Sr. Presidente nos ha deleitado con sus vaivenes de mentiras, promesas, cambios de opinión, falsedades y otras banalidades. El candidato, con indecisiones y falta de convicción dialéctica de si pactará o no con la otra derecha y si los datos que maneja -que le suministran- son correctos, atinados o hasta si hacen al caso. La ilustre planchadora  tratándonos con su lenguaje e inflexión de parvulario de mínimo nivel, intentando que no se note que nos trata como si fuéramos débiles men­tales, cuando no marcadamente idiotas: ya dije cómo es la artista con su farragoso y pretencioso prólogo al Manifiesto comunista. Por último, el caballe­ro que lucha por ser tercero con aspiraciones de muleta. Cansino, monocorde y monotemático en su limitación.

Bien, lo que decía. Entre todo ello -debate esperpéntico incluido- hemos podido dedicar algunos pocos ratos a la lectura después de terminar el Everest de los Salones de pasos perdidos, menos uno que no he consegui­do comprar. Parece que en una biblioteca pública, sí, pública, hay uno. A ver si a la vuelta del verano…

Manuel, siempre Manuel, me regaló el día de mi Santo un libro, un tocho que dirían los jóvenes, que conoció por haber asistido a una conferencia de su autor: Historia patriótica de España, de José María Marco ilustre desconocido para mí. El volumen, denso siempre y con datos enciclopédicos, traza un recorrido por la historia de España desde por lo menos Túbal hasta hoy, hasta muy hoy, incluida la moción de censura contra Rajoy y el gobierno de Sánchez.

Aunque la lectura de historia siempre nos ha resultado deleitosa, y el conocimiento y la memoria ya no son los que fueron, aquí se lleva a cabo un recorrido a vuela pluma, casi a uña de caballo, con una visión crítica pero diría que menos amarga, menos dura y despreciativa de nuestro pasado. Un dato: siem­pre creí saber, por lo que me enseñaron, que el Duque de Lerma, el Conde Duque de Olivares, Valenzuela y varios primeros ministros posteriores, fueron unos aprovechados -que lo fueron en general- y unos perfectos inútiles, indocumentados y de una inepcia proverbial. No hay tal. Hasta Godoy  tuvo algo positivo. Del libro destacaría -y recomiendo vivamen­te- la lectura de los dos capítulos y medio últimos, desde la proclamación de la Segunda República hasta la actualidad. Son unas 160 páginas finales muy bien desarrolladas y de gran utilidad para conocer y analizar el momento actual. Los cuatro «candidatos» citados mas arriba deberían leerlo. Bueno, eso y muchas cosas más y de otro modo nos iría. Pero al menos eso.

Voy arriba y abajo y un poco al retortero leyendo las Meditaciones de Marco Aurelio. ¿Qué decir? Que también debería ser lectura obligada.

Un par más. El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde es de esos libros que tienes por ahí, que reconoces que has de leer pero que apetece poco porque te sabes la historia y el desenla­ce al haber visto alguna película y serie.

Creo que Stevenson se luce más en La isla del tesoro que aquí. Allí los personajes están más perfilados y la trama -aparte claro de la credibilidad- resulta más entendible. Como me ocurrió con Moby Dick, mejor las imágenes que el texto. Curioso. Raro, pero curioso.

Leí una reseña sobre Vida de Arcadio de Arcadi Espada y allá que fui. Cuando cuenta, cuenta; cuan­do divaga, divaga y cuando filosofa se despeña. Con su planteamiento dual, en primera persona o en segunda, interpelándose a sí mismo dentro de la confusión, para mí claro, avanza de forma deshilachada y a veces deshilvanada con citas a poetas pirados y con escenas sicalípticas, rijosas, por no decir escatológicas y otra cosa peor. Espada es un magnífico articulista y soy segui­dor habitual. Aquí me parece que patina y quizá quiera que su libro sea como un Salón de pasos perdidos, pero no.

El Perellonet, Día de reflexión, 22 de julio de 2023.

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