In memoriam. Manuel Claramonte

Me llega la tristísima noticia del fallecimien­to de Manuel Claramonte Serra.

Fue, almazorino, el último alcalde de la época de Franco y el primero de la pre-democracia. Me niego a llamarle alcalde franquis­ta o como por extensión se le llamaría ahora, con la alegría con la que se etiqueta, el último alcalde fascista.

Manuel, Manolo, era por encima de casi todo un agricultor, un amante del campo y de la naturaleza y por encima de todo, un hombre bueno.

Soportó la púrpura no querida de la Alcaldía en un momento donde los menosprecios, el desdén y el insulto grosero menudeaban entre 1975 y 1979, cuando lo único que deseaba, e hizo, fue aguantar el chaparrón e implorar que se convocaran elecciones municipales que tardaban en llegar.

Jamás percibió ni una peseta por el desempeño de su cargo y lo hizo desaten­diendo a su familia y a su incipiente negocio de manipulación de cítricos, que tuvo que abandonar por ello.¿Sabía o sentía Manuel, Manolo, lo que era el fascismo? Lo dudo y desde luego no eran ni sus modos ni sus actitudes las de un fascista. ¿Conocía el ideario Joseantoniano? Ni por asomo, rotundamente no.

¿Por qué era Alcalde? Porque quien fuere pensó que tocaba poner allí a una buena persona, a un amante de su pueblo, a alguien que lo poco que pudiera hacer lo hiciera al modo machadiano: ligero de equipaje.

Retirado de la vida pública y convertido en un asalariado mantuvo su actividad en favor de los regantes y en una defensa numantina de los derechos de agua del Mijares, del Pare Millars como le llaman allí. Fue llamado en un par de ocasiones a ser Juez de Paz y lo aceptó. Nadie con mejores méritos para transmitir bonhomía y Paz que Manolo.

Atendió a todo el mundo, con todo el mundo habló, y por si alguien no lo sabe consagró su vida, toda su vida, en el servicio a los demás y como muestra que pregunten a las Monjas Clarisas, quien las llevaba el médico a Castellón o a Valencia cuando era necesario y centenares de cosas más de atención a sus vecinos que nadie sabe pues era de una discreción absoluta.

Descansa en paz, Manolo y que el Señor te acoja en su seno porque me niego a repetir la imbecilidad al uso de “que la tierra te sea leve”.

A ti la tierra, hombre de la tierra, del campo, te acogerá contenta, como se acoje a un hijo querido, a una excelente persona, a un amante hijo, marido y padre. A no dudarlo.

Valencia, 26 de Marzo de 2022.

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2 comentarios

  1. ¡Menudo epitafio! Me ha gustado  mucho el perfil que has dibujado de tu amigo Manuel.  Personas como el han influido mucho en mi vida. Pero nunca estuvieron en el mudo de  le política.Muchas  gracias Pedro por tu magnifica reflexión .Enviado desde mi Galaxy

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