Estamos en ello

Sostiene Pereira", la emblemática novela de Antonio Tabucchi, regresa a las  librerías - Diario Vivo
‘Sostiene Pereira’, editorial Anagrama.

Navidad no es tiempo propicio para la lectura por acumulación de actividad familiar y tras ella, tampoco en mi caso es el momento adecuado por razones emocionales, digamos.

Después de esta vacatio lectora y como cada loco con su tema y el mío, casi en exclusiva, es la lectura, me dirigí sin prisa al hábito cotidiano, eso sí, con altibajos como siempre porque otra cosa no, pero desorde­nado…

Dice Pessoa que dice Bernardo Soares que «no tenemos, es cierto, un concepto de valía que apli­quemos a la obra que producimos». Por ello no sabe uno si lo que cuenta o sobre lo que da la barrila puede valer algo, pero, en fin, en ello esta­mos.

Leí hace unos años El Alienista de Caleb Carr y opiné que, mezcla de terror y suspense, era una buena novela, bien escrita, con interés y tensión y unos personajes -el doctor Kreizler y el comisario Roosevelt (luego Presidente de EEUU)- muy perfilados. Llegó a mis manos la ¿secuela? El Angel de la oscuridad, con los mismos personajes y otros más. Nada que ver. Decía un abuelo mío, con el que yo tenía poca sintonía pero que era un depósito de frases hechas, que nunca segundas partes fueron buenas. Imposible acercar­se más a lo que es esta novela: 857 páginas  de vaciedad y de situaciones y tramas donde no es difícil encon­trar las más absurdas, más deslavazadas y más sin sentido, como que, por ejemplo, el secuestro de una niña pudiera tener influencia en la declaración de la guerra hispano-nortea­mericana. El asunto se va embolicando y no tienes claro ni por qué pasa lo que pasa o si lo mejor es dejar la lectura a mitad.  Calentura total.

No recuerdo dónde vi una referencia a Tres periodistas en la revolución de Asturias, lo compré y lo leí. Es una visión de periodismo desde dentro y con sensibles y diferentes calidades literarias entre Diaz Fernandez y, claro, Chaves Nogales y Josep Plá.

Volviendo a la senda por trillar de ir consumien­do volúmenes de Salón de pasos perdidos, le llegó la ocasión a El fanal hialino. Es como todos un fantástico diario y, por muchas coinciden­cias y alguna discrepancia, lo escoliaré un poco:

  • Dice, y dice con razón, lo absurdo de algunas personas o personajes de llamar, sin más, Federico a Garcia Lorca. Yo lo he oído -y visto- por boca de la inefable Nuria Espert, con su tono campanudo y como si hubiera estado comiendo sopas con él, media vida. Es posible porque la diva tenía ¡1 año! cuando Garcia Lorca fue asesinado.
  • Pone en solfa el arte «moderno», con frases -que com­parto- como la siguiente: «Definitivamente este arte -referido a unas esculturas pequeñas, inspiradas y sensibles- ha perdido la batalla, frente a los porten­tosos movimientos de la modernidad’. Algo tengo dicho en este sentido en diversos comentarios.
  • No echa de menos que no le dieran el Nobel a Baroja. Me duele.
  • Justifica -y se arrepiente- por qué suprimió el García de su firma. Se lo recriminé en una entrada y ahora, al ver la justificación, lo lamento. Una precipitación mía. Una más.
  • Dice en otro momento: «Se van todos de casa y se queda uno como un fantasma durante el resto del día…» Tal cual he contado a veces.
  • Discrepa de los listados de obras, de las me­jores obras, de las cien mejores novelas cortas, de los 120 mejores poetas…. y utiliza un argumento jocoso que usé en una entra­da y sobre el mismo tema: las 11.000 Vírgenes de Jardiel. Cierto que él lo dijo antes: 2002, pero yo no lo había leído hasta ahora.
  • Grande el atrevimiento de no plegarse a la admiración por la Pasionaria de la que recoge – es sabido- que llamaba a Stalin papaíto y se pregunta qué pasaría si se homenajeara a cualquier político que hubiera llamado papaíto a Hitler. A reflexionar.
  • Se pregunta qué novela de Baroja es superior a Niebla, San Manuel Bueno Mártir o La Tía Tula. Uno lo tiene claro: cualquiera, por no citar una. Cualquiera.
  • Le zurra la badana a D. Pío y verdaderamente me sigue sorprendiendo porque cuanto más leo a Trapiello, más le veo deudor de Baroja. Me suena a pose, pero no quiero ser impertinente y algunas de las actitudes del autor, frente al dinero, no ser nada o nadie, las relaciones sociales, o la consideración sobre determinados “colegas” son ciento por ciento barojianas.
  • Me parece curioso que no le interese Conrad. Es extraño.

Por culpa de D. Andrés, leí Dublineses y salvo Los muertos no parece que en los distintos relatos pase nada. Sim­plemente, como dice nuestro autor, acontecen cosas. Los muertos lo veo como un retrato sublime de una sociedad en extinción con sus matices, sus respetos y debilidades y su punto de nostalgia y tristeza. Si después ves la película magnífica de John Huston, se cierra el círculo mágico.

Y volviendo al principio: a Pessoa.

Diríase que para estar en el Ghota de los sabios, en el club no sé si de las almendritas saladas o de las aceitunitas rellenas, hay que haber leído con deleite a Pessoa. Lo he hecho y he podido poco.

El Libro del desasosiego me cansa como lectura continuada. Entresacar frases y ocurrencias sueltas puede ser útil o grato, pero heterónimo por heteróni­mo prefiero, desde luego, a Juan de Mairena de Antonio Machado y, si me apuran, a Pereira, sí, el de Sostiene Pereira de Antonio Tabucchi.

Valencia, 15 de febrero de 2022.

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2 comentarios

  1. Muchísimas gracias Pedro.  Tu artículo me ha gustado mucho.  Me sigue sorprendido como puedes sacar tiempo para tanto. Un fuerte abrazo de tu buen amigo Manolo. Enviado desde mi Galaxy

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