¿Renacerá el bipartidismo?

Acabamos de asistir en Andalucía a una hecatombe homérica de la izquierda -con cinco o seis grupúsculos y denomi­naciones- y particularmente del Psoe en un feudo -granero lo consideran ellos y eso nos da idea de lo que piensan de sus electores- que ha domina­do sin despeinarse (salvo para llevárselos crudos, según parece y según sentencias) durante 40 años. La corrupción galopante, el clientelismo más obsceno, el latrocinio descarado no parecía hacer mella en el disciplinado votante anda­luz. Es verdad que las peonadas, los subsidios, las subvenciones, los ERES, los, los… dan mu­cho de sí y crean una dependencia emocional y económica insuperable.

Por cierto, clamorosos los silencios del Presidente Sánchez y el de la inigualable prologuista Sra. Díaz, solo comparables al desahogo inaudito de la Sra. Lastra. Mejor hubiera callado porque la ira mal contenida y el argumentario peor hilvanado mejor la debieran haber reconducido a la introspección y al análisis menos disimuladamente enfadado. Sonaba a pataleta de niña enfurruñada. Se comprende.

Hace ya unos años, con el fenómeno del 15-M y la eclosión del partido o la creación artificio­sa del fascista Sr. Iglesias pareció que el bipartidismo tradicional de los países demo­cráticos entraba en crisis y no es que estu­viera en vías o riesgo de desaparecer, es que, de hecho, había desaparecido.

En conversaciones con gente inteligente y que tiene inquietudes, se desprendía que aquello, defini­tivamente, era así. No lo creí y eso que los hechos en los últimos años les iban dando la razón. Se dice en valenciano «Qui té fam, ensomia rotllos» (Quien tiene hambre, sueña con rollos, es decir quien tiene un gran deseo, creerá que las cosas son o serán así).

Es posible. Creo y deseo que eso sea de ese modo: que ningún gobierno, sea local, autonómico o nacional dependa de extremistas, nacionalistas o terroristas para conformar una mayo­ría de gobierno y me parece igual de mal, igual, que se pacte con IU, con Vox, con Bildu, con JxCat, el Pnv o Teruel existe. Quiero partidos y sensibilidades nacionales que piensen en el conjunto de los españoles y que no estiren la manta del presupuesto, de los fondos públicos, vistien­do a los que, chantaje mediante, les apo­yan y consolidan la mayoría y desnudando a los que no tienen capacidad de «negociación».

¿Qué haría falta, pues, y cuál es el verdade­ro drama tras las elecciones andaluzas?

Empecemos por el drama: la práctica desa­parición de Ciudadanos. En general, se lo han ganado a pulso pues por sus posiciona­mientos y sus graves errores estratégicos, ya de tiempo, han desilusionado a sus electores (pasar de 21 parlamentarios a 0, ni aún con la fagocitación del Pp es fácil). Aquí viene a emer­ger el recurrente argumento de que los votos de Ciudadanos eran básicamente prestados, de desencantados del Pp mayoritariamente y en menor grado del Psoe y que ahora el elector vuelve a elegir el original y no la copia. 

Sea como fuere, y aquí viene lo que haría falta, no es otra cosa que, ¡gran descubrimiento!, la existencia de un partido liberal de implan­tación nacional, con ideas claras, y que pudiera inclinar el gobierno, la gobernabilidad, de un lado o de otro según los momentos y programas. Un partido quizá inspirado en el FDP alemán y, como líderes, en Walter Scheel y Hans-Dietrich Genscher.

Si ello fuese posible, si algún dia fuera así, nos libraríamos de la pesadilla gorrona de los nacionalismos, de los extremismos de IU o de Vox, de las ocurrencias podemitas y de tan­tos y tantos buitres que emponzoñan la vida pública tratando, en exclusiva, de obtener rédito siempre económico y en detrimento de la colectividad, de la mayoría.

 ¿Se animan los verdaderos liberales centrados? Sé que no es fácil, pero con un mensaje coherente, centrista, de propues­tas sensatas y de ausencia de bandazos y en la inteligencia de que no solo es moral sino deseable que un partido nacional pueda apoyar a la izquierda o a la derecha -o centro izquierda o centro derecha- sin que se rasguen las cortinas del templo ni se resquebrajen los pilares de una democracia consolidada, sería posible.

Si hubiere este tipo de gobierno, es casi seguro que gran parte de los escándalos de todo orden, pasados y presentes, porque ¡vaya lo de INDRA!, no se producirían.

Antes de publicar esto leo un titular de prensa donde se dice que los podemitas -se ve que se aburren y buscan la última gracieta- quieren convertir en públicos todos los centros de enseñanza concertados. Se trata, evidentemente, de la voluntad fascista, mal escondida, de adoctrinar, de monopolizar las ideas, de condicionar las mentes con el único objetivo de sojuzgar y llevar a los enseñados por el camino del totalitarismo. Aparte de que ya nos enseñaran cómo se consigue semejante cosa en un estado todavía de derecho (¿expropiación, incautación revolucionaria, amenazas sutiles?), también conviene recordarles cuál fue, entre otros, el origen del fracaso estrepitoso de la II República, más allá de su irregular proclamación que un estudiante de primero de derecho con alguna noción de aritmética puede explicar: no es posible -no es legalmente posible- cambiar la forma del Estado a través de unas elecciones municipales y, dos, la izquierda en el cómputo nacional las había perdido.

El Perellonet, 27 de Junio de 2022.

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4 comentarios

  1. Molt be en Pere G Rabasa, te tota la raó, com quasi sempre. Sols erra parlant del Madrit. Lo que dius es resoldria en una segona volta en sols dos partits, o que el que traga mes vots en primera volta siga el que té el mandat per governar.

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  2. “Renacerá el bipartidismo”??, es el título del hasta ahora tu último escrito. Analizas con pulcritud la cuestión -como en ti es costumbre- y ofreces al lector una propuesta que, en tu opinión, es la deseable. Ni un “pero” a ello.

    Sin embargo, sinceramente- y, hasta podría decirte: objetivamente- no me parece bien que hayas puesto en un plano de igualdad a Vox con Bildu (quinto párrafo, novena línea) y a Vox con IU (noveno párrafo, cuarta línea). En el primer caso, creo que no es justo, porque VOX, a diferencia de los nacionalistas-separatistas (como Bildu, JxCat, el Pnv o Teruel existe), es un partido político que tiene sensibilidad nacional y que piensa en el conjunto de los españoles. Y, en el segundo caso, tampoco me parece justo poner en un pie de igualdad a Izquierda Unida (IU) y a VOX, porque el comunismo es una ideología, un sistema y un régimen totalitario.

    Una vez más, la propaganda de la izquierda ha hecho mella, y aparece como bien visto y políticamente correcto calificar a VOX de extrema derecha, de insolidarios, de fanáticos y de mil cosas más, como si los comunistas no fueran de extrema izquierda, insolidarios y fanáticos.

    En cuanto a Ciudadanos, calificas de “drama” su práctica desaparición, pero no de “injusta”. Los votantes de Andalucía -el pueblo soberano nunca se equivoca cuando vota ???-, han cometido, en mi opinión, una gran injusticia con Ciudadanos al negarles “el pan y la sal” y dejarles con cero representantes en el Parlamento andaluz, cuando ellos, Ciudadanos, también han sido artífices, !!! gobernando con el PP !!!, de la prosperidad y cambio de Andalucía.

    Muchísimas gracias, pedrogarciarabasa, por tus escritos. Cuando puedo, los leo, y busco un rato de tranquilidad para hacerlo, porque disfruto y siempre merece la pena leerte.

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    1. Hola querido amigo.
      El ponerlos juntos no es ponerlos revueltos.
      Si a Vox, los que “saben” lo califican de extrema derecha, yo califico a IU, a Bildu y a Podemo/as como fascista extrema izquierda totalitaria y en el plano de lo legitimo -no en el de mi gusto- me parece igualmente tal pactar con unos y con otros. Creo que me explico. Otra cosa es quien me molesta menos.
      Lo de Ciudadanos, efectivamente y más en el caso de Andalucia, no me parece justo.
      PD. Mira tu ordenador porque el texto está hecho una pena.
      Un abrazo.

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